Ojalá que llueva café en Pamplona

Ernest Hemingway en Starbucks Crédito: Arnau | @Arnaucomics
En una suerte de apofenia de andar por casa, el reciente avistamiento de un ejemplar de rorcual aliblanco en la bahía de Hondarribia, unido a la celebración del Día del Libro, me ha hecho reflexionar sobre la apertura de un nuevo local de Starbucks en Pamplona este miércoles 30 de abril.
Cuando los fundadores de la franquicia norteamericana eligieron el nombre de su empresa inspirándose en Moby Dick, difícilmente imaginaron que aquel primer oficial prudente y reflexivo llamado Starbuck, enfrentado al obsesivo capitán Ahab en su búsqueda de la gran ballena blanca, acabaría dejando huella más allá de los mares y las bibliotecas.
Esa misma novela que ayudó a inspirar el nombre a la célebre cadena de cafeterías influyó enormemente en Hemingway, que a su vez dejó su impronta en Pamplona, ciudad que inmortalizó en Fiesta. Así, entre cafés, literatura y cetáceos, se traza un curioso triángulo simbólico entre el Pacífico, Seattle y Pamplona.
Ahora, el despliegue de Starbucks en Pamplona continúa con la apertura de su segunda cafetería en el centro comercial La Morea. Ubicada en su planta baja, la nueva cafetería contará con una plantilla de once personas.
Mientras el primer establecimiento abierto en Mercaderes representa el encuentro entre lo histórico y lo internacional, el de La Morea se inserta en la dinámica moderna del ocio, el consumo y la socialización juvenil globalizada.
Sin duda, la vocación internacional de Pamplona viene de tiempo inmemorial. Ya en el siglo XII, Benjamín de Tudela partía desde el sur de Navarra para recorrer el mundo conocido: desde la Península Ibérica hasta Persia, pasando por Constantinopla, Alejandría y Bagdad. Su relato de viajes se considera una de las primeras guías culturales del Mediterráneo medieval, y refleja un deseo de conocer, conectar y aprender del prójimo. Una actitud que Pamplona ha recuperado con fuerza en el siglo XXI.
Esa misma curiosidad la compartirían, siglos después, las familias indianas navarras, que viajaron a América, comerciaron con nuevos productos —como el café— y regresaron a Navarra con ideas y sabores que revolucionarían el consumo cotidiano.
El café, como bebida y como espacio, se convirtió en excusa para la tertulia, el pensamiento y el intercambio. Un lugar donde se fraguaban ideas y se ensanchaba el mundo interior de cada ciudadano.
Durante el siglo XX, la cultura cafetera en Pamplona evolucionó al ritmo de la sociedad. Surgieron nuevos tostadores, cafés de barrio, y en nuestros días, cafeterías especializadas con café de origen único y métodos de preparación artesanales. Esta sofisticación del gusto ha sido especialmente visible entre las nuevas generaciones, abiertas a explorar sabores, orígenes y valores éticos como el comercio justo.
Y es precisamente en ese contexto donde aparece Starbucks.
La llegada de Starbucks a Pamplona es un reconocimiento a esa tradición de apertura y viaje en pos de lo desconocido. La marca estadounidense, símbolo global de una nueva cultura urbana, no hace más que sumarse a una historia local con proyección internacional. En su local del casco viejo, perfectamente integrado en el entorno patrimonial de la zona, conviven baristas navarros, estudiantes extranjeros y vecinos de lo Viejo de toda la vida que entran a probar un flat white por primera vez.
El gesto inaugural fue revelador: la recaudación del primer día fue donada a la Fundación ASPACE Navarra, y los primeros clientes recibieron vasos reutilizables con diseño local. Detalles que muestran cómo una marca global puede dialogar con lo local desde el respeto y la integración.
Hoy en día, Pamplona acoge a miles de estudiantes internacionales. En el curso 2023/2024, la Universidad de Navarra cuenta con más de 4.000 alumnos de 117 nacionalidades diferentes, y la UPNA ha recibido este año a más de 400 estudiantes Erasmus e internacionales de países como Italia, México, Alemania, Turquía o China. En total, más de 130 nacionalidades conviven en la ciudad. En este contexto multicultural, un Starbucks no es solo un sitio para tomar café: es un punto de encuentro intercultural.
La experiencia global de esta cadena se refleja también en su ambientación musical: listas de jazz suave, indie anglosajón y folk latinoamericano, seleccionadas para acompañar sin invadir. Una banda sonora que viaja entre ciudades, como lo hacen los propios clientes.
Para muchos jóvenes pamploneses y estudiantes internacionales, Starbucks representa un tipo de espacio contemporáneo: informal pero cuidado, cómodo y versátil, apto para estudiar, charlar o simplemente, estar. Es un lugar donde uno se siente parte de algo más grande, de un lenguaje compartido, que une a quienes han nacido en la Txantrea, en Quito o en Seúl.
Este espíritu de comunidad abierta se alinea con la realidad social de Pamplona, donde el 22,7% de la población ha nacido en el extranjero, y una cuarta parte de los jóvenes tiene raíces internacionales. Ya lo decía Rosa Luxemburgo: “Quienes no se mueven no notan sus cadenas”. Lejos de ser una excepción, la diversidad se ha convertido en parte esencial del tejido urbano.
La historia del café en Pamplona es la historia de una ciudad que viaja. De las rutas comerciales decimonónicas a los Erasmus del siglo XXI, el café ha sido siempre una excusa para acercarse al otro. La llegada de Starbucks culmina una evolución histórica. Es una síntesis: un lugar donde convergen los sabores del mundo, la música de todos y los rostros de muchas procedencias.
Pamplona refuerza así su identidad al abrir un nuevo Starbucks. La de una ciudad histórica de acogida, de paso y de encuentro.
Y es que en cada taza de café de Starbucks, se sirve algo más que café: se sirve un poco del mundo.
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